Es el título de una serie de televisión y de una novela pero también la obsesión de muchas adolescentes españolas que viven tan convulso momento vital convencidas de que una o dos tallas más en el sujetador les abrirá las puertas de un paraíso tan bello como ficticio.
- 'No hay paraíso ni con tetas ni sin ellas'
En torno a cuarenta mil menores de edad pasan por el quirófano cada año para corregir o aumentar lo que la naturaleza o la genética les ha otorgado. Unos consideran esa cifra una 'barbaridad', como el doctor Antonio Porcuna, presidente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE), y otros 'próxima a la realidad'. Es la impresión de la doctora María Jesús Barba.
'Dar cifras es complicado, porque hablamos de medicina privada, pero pocas operaciones no son', argumenta el doctor Víctor García Giménez, presidente de la Sociedad Española de Medicina y Cirugía Cosmética (SEMCC).
En cualquier caso, supondría el diez por ciento del total de operaciones de estética realizadas en España, el país europeo más enganchado a esta cirugía y el cuarto del mundo, por detrás de Estados Unidos, Brasil y Argentina. En Europa es también el que más profesionales del bisturí tiene ocupados en un campo de la medicina, y un negocio, que, desde enero de 2007, es tenido en cuenta para el cálculo mensual del IPC.
Pechos deseados |
Por sus manos pasan chicas que han perdido el miedo al quirófano y que no están contentas con su nariz, muslos o glúteos. Pero, sobre todo, con el tamaño de su pecho. Y ello a pesar de que 'las españolas no tienen menos que sus vecinas francesas, alemanas o italianas', dijo a Efe un portavoz de Intimoda, empresa de ropa íntima femenina. La talla media, aquí y allí, es la 90.
'Ahora se lleva la 95 o la 100. Está de moda la mujer con pecho. De ahí que los implantes de mama sea la cirugía más demandada por mujeres de todas las edades: menores, jóvenes y adultas', destaca la doctora Barba. 'Muchas, incluso, se operan para aumentar una sola talla', insiste.
Cada año, según cálculos del sector, unas 25.000 mujeres españolas pagan una media de 6.000 euros por ver cumplido el deseo de aumentar el tamaño de sus pechos.
Por la consulta de la doctora Barba pasan cientos de chicas -'a partir de los 18 muchas', recalca- empeñadas en ajustar su físico a unos cánones de belleza -'no hay otra razón', comenta- impuestos por la publicidad, la moda, el cine o los medios de comunicación.
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'Desde los años ochenta del siglo pasado -dijo a Efe la psicóloga Rosa Calvo- los medios han fijado su atención en unos personajes cuyo único valor es tener un cuerpo perfecto, algo tan irreal como infrecuente. Y eso ha calado especialmente entre los más jóvenes'.
La presión social, del grupo, y de la moda estarían pues en el origen de esa obsesión de los adolescentes por lucir un cuerpo 10, por imitar la nariz o los labios de su actriz preferida o por lucir el mismo escote que la cantante de moda. 'El problema -apunta el doctor Porcuna- es que el desarrollo corporal no se ha completado a esas edades ni existe estabilidad emocional', dos características inherentes a la adolescencia.
'A los 15, 16, 17 años, incluso antes, no debe operarse una nariz o las mamas si no es por un problema fisiológico importante. El organismo está todavía en pleno desarrollo y podría tener consecuencias graves en el futuro. Nunca, jamás a esas edades, debe entrar una chica en un quirófano por capricho', insiste el presidente de SECPRE.
Porcuna apela a la responsabilidad, a la ética, de sus compañeros de profesión -'nuestro código deontológico nos obliga a no hacer daño', recuerda- y denuncia el intrusismo, unido a la falta de escrúpulos de algunos que sólo piensan en 'hacer caja', y la ausencia de una normativa legal que regule las operaciones en adolescentes.
También a la responsabilidad de los padres, que son quienes pagan el 'capricho' de sus hijas. 'Deben entender que una cirugía siempre conlleva riesgos. Que no puede ser un regalo de Navidad o cumpleaños, o por un aprobado. No es lo mismo que regalar un coche o una moto', añade el doctor Porcuna.
Implantes |
La medicina y cirugía cosmética 'es medicina', recuerdan en la SEMCC, al tiempo que aconsejan conceder 'más valor a las referencias personales que a la publicidad que intenta presentar todo excesivamente fácil'.
Evaluar la madurez
Esta nueva 'adicción' de los jóvenes por la cirugía estética 'debe preocuparnos', según el doctor Víctor García Giménez, presidente de la Sociedad Española de Medicina y Cirugía Cosmética, y recuerda que todo médico, antes de operar, debe evaluar la madurez física y mental del paciente.
'La inmensa mayoría -continúa el presidente de la SEMCC- sabemos lo que sí y lo que no se puede hacer' cuando llega un joven a la consulta. 'Es un tema de ética, de deontología, de ciencia', insiste.
En cualquier intervención médica o quirúrgica, como en otros actos de su vida, un menor precisa siempre del consentimiento de sus padres o tutores. Para los mayores de 16 y menores de 18 años La Ley de Autonomía del Paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica contempla el llamado 'consentimiento informado', de ahí que puedan operarse si se considera que tienen la suficiente madurez.
Operación |
En su intento por hallar una explicación a tan preocupante banalización de la cirugía estética entre los más jóvenes, la psicóloga Rosa Calvo habla de su obsesión por tener un cuerpo perfecto unido al deseo de exagerar su identidad sexual.
'Cuando se miran al espejo, las adolescentes quieren ver reflejada una imagen exagerada de su condición de mujer. De ahí que sueñen con tener unos pechos más grandes', asegura.
En una etapa de la vida tan vulnerable como es la adolescencia, 'y de tantas inseguridades', los chicos y chicas, explica la psicóloga, buscan la admiración de los demás y la identidad en lo corporal. 'La inseguridad -comenta- se focaliza sobre todo en la imagen'.
Rosa Calvo se refiere además a la ausencia de límites en la que son educados los jóvenes de hoy. 'Desconocen, porque no se lo enseñamos, que no es positivo que se cumplan todos los deseos, ni los propios ni los ajenos, que las frustraciones ayudan a madurar, o que el valor de un ser humano no está en su cuerpo. Mucho menos en unos implantes de mama. Estamos obligados a enseñarles que no somos un trozo de carne'.
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